Julio, 2022 | 4 de julio: Día de la Independencia
El 4 de julio de 1776, el Segundo Congreso Continental proclamó la Declaración de Independencia:
“Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales, que su Creador los dotó de ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentran la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad.”
Si bien radical para el contexto en el que discutieron esas ideas, los delegados a ese Congreso entendieron y establecieron que los hombres a los que referían eran ellos mismos, los “hombres, blancos, euro-descendientes”. Ni las personas negras - esclavizadas o libres -, ni los indígenas o las mujeres entraban dentro de las consideraciones o del alcance de estos derechos. Ello, a pesar de que, radicales como se pensaban los hombres de aquella época, no dudaron en ver con buenos ojos que las personas negras, indígenas y mujeres participasen activamente del esfuerzo de guerra que le otorgó a los Estados Unidos su independencia.
La historiadora Heather Cox Richardson afirmó recientemente:
En un mundo dominado durante tanto tiempo por una pequeña clase de hombres ricos en el que la mayoría de la gente simplemente aceptaba que debían estar atados para siempre a su estatus de nacimiento, un grupo de legisladores advenedizos en los confines de un continente declaró que ningún hombre era nacido mejor que cualquier otro.
Estados Unidos se fundó sobre la idea radical de que todos los hombres son creados iguales.
Lo que los fundadores declararon evidente no estaba tan claro ochenta y siete años después, cuando los hombres blancos del sur fueron a la guerra [civil] para convertir a Estados Unidos en una nación en la que los afro-estadounidenses, los indígenas estadounidenses, chinos e irlandeses estaban encerrados en un estatus inferior al de los blancos. En esa era, la igualdad se había convertido en una "proposición" en lugar de "evidente".
Sin embargo, el debate provocado por el hecho de que lo que era evidente para unos no lo era para otros, no se dio recién 87 años después de la independencia. Muchos grupos excluidos de la proclama del 4 de julio denunciaron tempranamente que los términos de esa igualdad universalmente proclamada no era tal, y que esos derechos pensados en términos restrictivos debían expandidos: desde las personas esclavizadas que participaron de la guerra de independencia bajo la promesa tanto de la libertad como de un mundo sin esclavitud, hasta las naciones indígenas que luchaban por su derecho a existir y permanecer en los espacios que ancestralmente les habían pertenecido.
El 5 de julio de 1852, el liberto y abolicionista de 34 años Frederick Douglass pronunció nada más y nada menos que ante la Sociedad Antiesclavista de Mujeres de Rochester uno de sus discursos más famosos: "¿Qué es para el esclavo estadounidense el 4 de julio?" 1
Compañeros, perdónenme, permítanme preguntar, ¿por qué fui llamado para hablar aquí hoy? ¿Qué tengo que ver yo, o quienes represento, con su independencia nacional? ¿Acaso los grandes principios de libertad política y de justicia natural, encarnados en aquella Declaración de Independencia, nos incluyen a nosotros? ¿Y estoy, por lo tanto, llamado a traer nuestra humilde ofrenda al altar nacional, reconocer los beneficios y expresar devota gratitud por las bendiciones derivadas de su independencia para con nosotros?
¡Yo no estoy incluido dentro de los confines de este glorioso aniversario! Su gran independencia solo revela la inconmensurable distancia entre nosotros. Las bendiciones por las que ustedes hoy se regocijan no son disfrutadas por todos. La rica herencia de justicia, libertad, prosperidad e independencia que sus padres les legaron, es compartida por ustedes, no por mí. La luz del sol, que a ustedes dio vida y sanación, a mí me ha traído azotes y muerte. Este Cuatro de Julio es suyo, no mío. Pueden celebrarlo, yo debo lamentarlo. Arrastrar a un hombre encadenado al gran templo iluminado de la libertad, y pedirle que se uniera a ustedes en himnos de gozo, fue una burla inhumana y una ironía sacrílega. ¿Pretenden acaso, ciudadanos, burlarse de mí al pedirme que hable hoy?
¿Qué es, para el esclavo estadounidense, su Cuatro de Julio? Yo les respondo: es un día que le revela, más que el resto de los días del año, la grave injusticia y la crueldad de las cuales él es una víctima constante. Para él, su celebración es una farsa; su libertad jactanciosa, una licencia impía; su grandeza nacional, una vanidad hinchada; sus sonidos de regocijo son vacíos y despiadados; sus denuncias de tiranos, solo apariencias descaradas e insolentes; sus gritos de libertad e igualdad, burla hueca; sus oraciones e himnos, sus sermones y agradecimientos, con toda su solemnidad y pompa religiosa, son, para él, mera grandilocuencia, fraude, engaño, impiedad e hipocresía, un velo delgado para encubrir crímenes que deshonrarían a una nación de salvajes. No hay una nación en la tierra culpable de prácticas tan escandalosas y sangrientas que el pueblo de los Estados Unidos en este momento.
En tiempos como este, es necesaria la ironía abrasadora, en lugar de un argumento convincente. ¡Oh! Si yo tuviera la habilidad y pudiera llegar al oído de la nación hoy, derramaría un torrente, una sarta ardiente de mordaces burlas, de terribles reproches, de sarcasmo fulminante y severas reprimendas. Pues no es luz lo que se requiere, sino fuego; no es la suave lluvia, sino truenos. Necesitamos la tormenta, el torbellino, el terremoto. Hay que reavivar el sentimiento de la nación; hay que despertar la conciencia de la nación; el decoro de la nación debe ser alterado; la hipocresía de la nación debe ser expuesta; y los crímenes contra Dios y el hombre, deben ser proclamados y condenados.2
Hoy, 5 de julio de 2022, se cumple exactamente 170 años del pronunciamiento de un discurso que en los Estados Unidos del siglo XXI está más vigente que nunca.
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Si quieren leer el discurso completo, lo pueden hacer aquí: https://masshumanities.org/wp-content/uploads/2019/10/speech_medium_spanish.pdf
Traducido por Gabriela Barzallo. Editado por Iván Hincapié.